"Orando en todo tiempo".
Efesios 6:18
¡Qué multitud de oraciones hemos elevado desde el primer momento en que aprendimos a orar! Nuestra primera oración fue hecha en favor de nosotros mismos; pedimos a Dios que tuviera misericordia de nosotros y borrara nuestros pecados. Él nos oyó. Cuando borró nuestros pecados, enseguida hicimos más oraciones en favor de nosotros.
Da testimonio, hijo de Dios, de que nunca pudiste conseguir en otra parte algo para tu alma. Todo el pan que tu alma ha comido, vino del cielo, y toda el agua que ha bebido, fluyó de la roca viva, que es Cristo Jesús el Señor. Tu alma nunca se ha enriquecido por sà misma; ha sido más bien una pensionista diaria de la bondad de Dios. De modo que tus oraciones han ascendido al cielo en una hilera de bondades casi infinitas.
Tus necesidades fueron innumerables, y en consecuencia las provisiones han sido infinitamente grandes. Tus oraciones han sido muy variadas y las mercedes recibidas, incontables. En vista de esto, ¿no tienes motivo para decir "Amo al Señor porque él oyó la voz de mi ruego"? Pues, asà como nuestras oraciones fueron muchas, asà también han sido muchas las respuestas de Dios. Él te oyó en el dÃa de la angustia; te fortaleció y te ayudó, aun cuando tú lo afrentaste por temblar y dudar en el propiciatorio. Recuerda esto y haz que tu corazón se llene de gratitud a Dios, que oyó con misericordia tus pobres y débiles oraciones. "Bendice, alma mÃa, a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios".
Charles Spurgeon.
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