La luz. Enero 05

La Biblia, devocionales.

 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.

Génesis 1:4  

La luz bien podía ser buena, dado que surgió de aquella declaración de bondad: «sea la luz». Nosotros, que la disfrutamos, deberíamos ser más agradecidos por ella de lo que lo somos, y ver más de Dios en y a través de ella.

La luz física, según Salomón, es suave, agradable, pero la luz del evangelio es infinitamente más preciosa porque revela cosas eternas y ministra a nuestra naturaleza inmortal. Cuando el Espíritu Santo nos da luz espiritual y abre nuestros ojos para que contemplemos la gloria de Dios en la faz de Jesucristo, vemos el pecado en sus colores verdaderos y a nosotros mismos en nuestra verdadera posición; vemos al santísimo Dios como Él se revela, el plan de misericordia tal como Él lo expone y el mundo por venir como la Palabra lo describe. La luz espiritual tiene muchos rayos y colores prismáticos, pero sean ellos conocimiento, gozo, santidad o vida, todos son divinamente buenos. Si la luz recibida es pues tan buena, ¡cómo debe de ser la luz esencial y cómo de glorioso el lugar donde Él se revela! Oh, Señor, puesto que la luz es tan buena, danos más de ella, y más de ti mismo, la Luz verdadera.

Aunque haya una cosa buena en el mundo, una separación es necesaria. La luz y la oscuridad no tienen comunión; Dios las separó, no las confundamos. Los hijos de la luz no deben tener comunión con las obras, las doctrinas o los engaños de las tinieblas. Los hijos del día deben ser sobrios, honestos y valientes en la obra de su Señor, dejando las obras de la oscuridad para aquellos que morarán en ella para siempre. Nuestras iglesias, por disciplina, deberían separar la luz de las tinieblas; y nosotros, por nuestra distintiva separación del mundo, deberíamos hacer lo mismo. Al juzgar, al actuar, al escuchar, al enseñar, al buscar compañías, debemos discernir entre lo precioso y lo vil, y mantener la gran distinción que el Señor hizo en el primer día del mundo. Oh, Señor Jesús, sé nuestra luz a lo largo de todo este día, pues tu luz es la luz que alumbra a los hombres.


Charles Spurgeon.


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