“Se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido. Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola”.
Cantares 2:12
La primavera es encantadora. El largo y triste invierno nos ayuda a apreciar su agradable calor, y el anuncio que ella hace del verano acrecienta sus presentes encantos. Después de algunos períodos de depresión de espíritu es placentero contemplar de nuevo la luz del Sol de Justicia. Entonces nuestras adormecidas gracias se levantan de su letargo como el azafrán y el narciso de sus lechos terrestres. Entonces nuestro corazón se alegra con melodiosas notas de gratitud, mucho más melodiosas que los gorjeos de los pájaros; y la reconfortante seguridad de paz, mucho más agradable que la voz de la tórtola, se oye dentro del alma.
¡Oh Señor!, si no llegó la primavera en mi frío corazón, haz que llegue, porque, sinceramente, estoy cansado de vivir lejos de ti. ¡Oh!, ¿cuándo pondrás fin al largo y triste invierno? Ven, Espíritu y renueva mi alma. Avívame, restáurame y ten misericordia de mí. Esta misma noche te ruego ardientemente que tengas piedad de tu siervo y me des un feliz avivamiento en mi vida espiritual.
Charles Spurgeon.
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