El cordero de Dios. Enero 17

La Biblia, devocionales.

 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion…

Apocalipsis 14:1  

El apóstol Juan tuvo el privilegio de mirar a través de los portales del cielo, y al describir lo que vio, comenzó diciendo: «miré, y he aquí el Cordero». Esto nos enseña que el objeto principal de contemplación en la patria celestial es «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Nada atrajo tanto la atención del apóstol como la Persona de aquel Ser divino que nos redimió con su sangre. Él es el tema de los cánticos de todos los espíritus glorificados y de los santos ángeles.

Cristiano, he ahí tu alegría: miraste y viste al Cordero. Entre lágrimas, viste al Cordero de Dios quitando tus pecados. Regocíjate, entonces. Dentro de poco, cuando las lágrimas de tus ojos hayan sido enjugadas, verás al mismo Cordero exaltado en su trono. Es la alegría de tu corazón mantener comunión diaria con Jesús. En el cielo, tendrás la misma alegría en un grado más elevado pues disfrutarás de la visión constante de su presencia. Vivirás con Él para siempre.

«Después miré, y he aquí el Cordero». Ah, sí, aquel Cordero es el cielo mismo, como dijo el buen Rutherford [teólogo presbiteriano escocés (1600-1661)]: «El cielo y Cristo son lo mismo». Estar con Cristo es estar en el cielo, y estar en el cielo es estar con Cristo. Aquel prisionero del Señor escribe muy dulcemente en una de sus brillantes cartas: «Oh, mi Señor Jesucristo, si pudiera estar en el cielo sin ti, sería un infierno. Y si estuviera en el infierno y todavía te tuviera a ti, sería un cielo para mí, pues tú eres todo el cielo que yo quiero». Es verdad, ¿no es así, cristiano? ¿Acaso tu alma no te dice lo mismo?  Ni todas las arpas allá arriba pueden hacer un lugar celestial si Dios su residencia retira o esconde de allí su faz.  Todo lo que necesitas para ser bendecido, bendecido de forma suprema, es «estar con Cristo».


Charles Spurgeon.


Publicar un comentario

0 Comentarios