2 Corintios 12:9
Un requisito elemental para servir a Dios con algĆŗn Ć©xito y poder realizar bien y triunfalmente su obra, es tener conciencia de nuestra propia debilidad. Cuando el soldado de Dios marche a la batalla confiando en sus fuerzas, cuando diga jactanciosamente: «SĆ© que saldrĆ© vencedor; mi brazo y mi espada me llevarĆ”n a la victoria», entonces su derrota es segura. Dios no acompaƱarĆ” al hombre que marche confiando en sus propias fuerzas. El que confĆa vencer en esa forma estĆ” muy equivocado, pues, como estĆ” escrito, «no con ejĆ©rcito ni con fuerza, sino con mi espĆritu, ha dicho JehovĆ” de los ejĆ©rcitos». Los que salen a luchar jactĆ”ndose en su valentĆa, volverĆ”n arrastrando sus banderas en el polvo y con sus armas cubiertas de ignominia. Los que sirven a Dios deben servirlo como Ćl lo dispone y con las fuerzas que da Ćl, de lo contrario Dios nunca aceptarĆ” sus servicios. Lo que los hombres hacen sin ayuda divina, Dios nunca lo puede reconocer. Ćl desecha los simples frutos de la tierra; Ćŗnicamente cosecha el grano cuya semilla fue sembrada por el cielo, regada por la gracia y madurada por el sol del amor divino.
Antes de poner en ti lo que es suyo, Dios sacarĆ” afuera lo que es tuyo; antes de llenar tus alfolĆes con el trigo mĆ”s fino, los limpiarĆ”. El rĆo de Dios estĆ” lleno de agua, pero ninguna de sus gotas procede de fuentes terrenales. Dios usarĆ” en sus batallas solamente las fuerzas que Ćl imparte. ¿EstĆ”s lamentĆ”ndote de tu debilidad? Ten Ć”nimo, pues tienes que tener conciencia de tu debilidad antes de que el SeƱor te dĆ© la victoria. Tu vaciedad es una preparaciĆ³n para que puedas, despuĆ©s, ser lleno; y tu abatimiento es una preparaciĆ³n para que puedas, mĆ”s tarde, estar animado. «Cuando soy flaco, entonces soy poderoso.»
Charles Spurgeon.
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