"Yo os elegí del mundo".
Juan 15:19
Aquí hay una gracia que honra y una consideración que enaltece, pues algunos son los objetos del amor divino; no temas detenerte en la sublime doctrina de la elección. Si estás triste y deprimido, hallarás que esta doctrina es como un rico racimo. Los que dudan de las doctrinas de la gracia o las echan al olvido, pierden los más ricos racimos de Escol; pierden también los «vinos bien refinados, y los manjares abundantes de mucho meollo». No hay bálsamo en Galaad comparable a éste. Si la miel de la vara de Jonatán, con solo gustarla, le esclareció los ojos, la miel de esta doctrina iluminará tu corazón para amar y aprender los misterios del reino de Dios. Come y no temas indigestarte; vive de este exquisito bocado y no temas que sea una comida demasiado delicada.
La vianda de la mesa del Rey no hará mal a ninguno de sus cortesanos. Ansía tener mayor capacidad mental para comprender más y más el eterno amor de Dios, que enaltece. Tras haber ascendido al alto monte de la elección, detente en el monte del pacto de la gracia. Los contratos del pacto son las fortificaciones de estupenda roca detrás de las cuales estamos atrincherados. Los contratos del pacto, con el fiador, Cristo Jesús, constituyen el tranquilo lugar de reposo de los espíritus temblorosos. En la tormenta es mi sostén, el pacto que juró y selló. Su amor es mi supremo bien, su amor que mi alma redimió.
Si Jesús se comprometió a llevarme a la gloria, y si el Padre prometió que yo seré dado al Hijo como parte de la infinita recompensa del trabajo de su alma, entonces, alma mía, puedes descansar segura. Cuando David saltaba delante del Arca, dijo a Mical que la elección lo había movido a obrar así. Ven, alma mía, regocíjate ante el Dios de la gracia y salta de gozo.
La vianda de la mesa del Rey no hará mal a ninguno de sus cortesanos. Ansía tener mayor capacidad mental para comprender más y más el eterno amor de Dios, que enaltece. Tras haber ascendido al alto monte de la elección, detente en el monte del pacto de la gracia. Los contratos del pacto son las fortificaciones de estupenda roca detrás de las cuales estamos atrincherados. Los contratos del pacto, con el fiador, Cristo Jesús, constituyen el tranquilo lugar de reposo de los espíritus temblorosos. En la tormenta es mi sostén, el pacto que juró y selló. Su amor es mi supremo bien, su amor que mi alma redimió.
Si Jesús se comprometió a llevarme a la gloria, y si el Padre prometió que yo seré dado al Hijo como parte de la infinita recompensa del trabajo de su alma, entonces, alma mía, puedes descansar segura. Cuando David saltaba delante del Arca, dijo a Mical que la elección lo había movido a obrar así. Ven, alma mía, regocíjate ante el Dios de la gracia y salta de gozo.
Charles Spurgeon.
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