Juan 2:24-25
Pon tu confianza primero en Dios. Nuestro Señor no confió en ningún ser humano. Sin embargo, nunca fue suspicaz ni amargado con nadie y jamás perdió la esperanza en ninguna persona. Esto se debió a que Él puso su confianza primero en Dios y confiaba en lo que la gracia divina podía hacer por cualquier hombre o mujer. Si yo confío primero en los seres humanos, terminaré perdiendo la esperanza en todas las personas. Me volveré amargado porque me empeño en que la gente sea lo que nadie podrá ser jamás: absolutamente recto. Nunca confíes en nada, sino en la gracia de Dios en ti o en cualquier otra persona.
Pon al hijo de Dios primero. "Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mi me recibe", Mateo 18:5. La confianza de Dios es que Él se da a sí mismo como un bebé. Él espera que mi vida personal sea un "Belén". ¿Estoy permitiendo que mi vida natural sea transformada gradualmente por la vida del Hijo de Dios en mí? La meta primordial de Dios es que su Hijo se manifieste en mi carne mortal.
Oswald Chambers.
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