La apremiante majestad de su poder. Febrero 04

La Biblia, devocionales.

 "El amor de Cristo nos constriƱe..."

2 Corintios 5:14

Pablo dijo que estaba dominado, sometido y sujetado como en una prensa, por el amor de Cristo. Muy pocos de nosotros sabemos realmente lo que significa ser asidos en un apretĆ³n del amor de Dios. Con frecuencia nuestra tendencia es a ser controlados simplemente por nuestra experiencia personal. Pero lo Ćŗnico que tenĆ­a sujeto a Pablo, con exclusiĆ³n de todo lo demĆ”s, era el amor de Dios. El amor de Cristo nos constriƱe: Cuando escuchas este sonido en la vida de un hombre o una mujer, no te resulta posible confundirlo con algo mĆ”s. TĆŗ sabes que el EspĆ­ritu de Dios estĆ” obrando con plena libertad en la vida de esa persona.

Cuando nacemos de nuevo por el EspĆ­ritu de Dios, nuestro testimonio se basa Ćŗnicamente en lo que Dios ha hecho por nosotros y con toda razĆ³n. Pero, el bautismo en el EspĆ­ritu Santo elimina eso para siempre y entonces comenzamos a comprender lo que JesĆŗs quiso decir cuando declarĆ³: "me serĆ©is testigos...", Hechos 1:8. No testigos de lo que Ɖl puede hacer - este testimonio es bĆ”sico y se sobreentiende - sino que serĆ©is testigos de mi. Aceptaremos todo lo que ocurra como si le estuviera sucediendo a Ć©l, tanto si recibimos alabanzas o vituperios, persecuciones o elogios. Nadie que no estĆ© totalmente apremiado por la majestad de su poder es capaz de asumir esta posiciĆ³n por Jesucristo. Es lo Ćŗnico importante, sin embargo, es extraƱo que es lo Ćŗltimo que los obreros cristianos comprendemos. Pablo dijo que estaba asido por el amor de Dios y por eso actuaba como lo hacĆ­a. No le importaba si la gente lo calificaba de loco o cuerdo. TenĆ­a una sola razĆ³n para vivir: persuadir a los hombres del juicio venidero de Dios y contarles del amor de Cristo. La sumisiĆ³n total al amor de Cristo es el Ćŗnico propĆ³sito que producirĆ” fruto en tu vida y siempre dejarĆ” la huella de la santidad y el poder de Dios, sin llamar nunca la atenciĆ³n hacia tu santidad personal.


Oswald Chambers.

Publicar un comentario

0 Comentarios